En la
actualidad más de 900 millones de personas habitan en climas desérticos o
semidesérticos, con el inconveniente añadido de que los terrenos áridos de ese
estilo se van incrementando en todo el mundo, especialmente en las regiones
cálidas, apoyados por la degradación del planeta y el deterioro del medio
ambiente.
Hay que
tener en cuenta que el 40% de la superficie terrestre de nuestro planeta tiene
esete tipo de ecosistemas faltos de agua, y de ellos, más de la mitad , casi
podríamos decir dos tercios, se encuentran enclavados en el Norte y centro de
Africa, y virtualmente todo el Medio Oriente. Esto hace que un 75 % de las
personas que lo habitan son musulmanes, por lo que su cultura, su arquitectura
y su historia estás fuertemente ligados al Islam. Se dice que unos 50 millones
de estas personas habitan en oasis desperdigados en medio de regiones casi
carentes de agua. No obstante, hay que tener en cuenta que algunos son
extensos, como el oasis del Valle del Draa, que tiene unos 200 kms. de
longitud.
Ello
mediante, hay que tener asimismo en cuenta que un oasis se encuentra
prácticamente rodeado de las tierras más desérticas, de períodos de sequía, de
falta de estructuras, dependiendo de un agua que puede aflorar o cerrar su
curso para siempre en cualquier momento, dependiendo casi únicamente para su
subsistencia de agricultura y ganadería locales. Esto ha hecho que algunas
personas y entidades se movilicen
intentando realizar sistemas estables de desarrollo sostenible, basado principalmente
en la investigación, cooperación y puesta en marcha en diversas etapas. Chocan
frontalmente con la naturaleza misma de los habitantes, en muchas regiones, que
siguen viviendo de la misma manera que hace 500 años, no obstante comenzar a
disfrutar de ciertos elementos que les trae el progreso que se va insertando
muy sibilinamente en su entorno.
Uno de los proyectos seguramente irrealizables en pleno desierto, la implantación de un oasis artificial autosuficiente |
En algunos
de estos lugares diversos investigadores intentan instalar una red de
captadores de niebla, que podrían permitir la captura de miles de litros de
agua por día, destinados principalmente a riego, forestación, cultivos de tipo
hidropónico, al par que llevan algunas ideas modernas como los melones y
tomates que se riegan directamente con
agua salada, según aseguran en la Universidad israelí de Negev, que cultivan
por otra parte en los numerosos kibuts que le rodean.
Se habla asimismo de cultivos que permitirían
estabilizar las dunas, como algunas plantas rastreras del desierto o la acacia
azul. Podrían también practicarse
cultivos de azafrán para tierras áridas , plantación de árboles regeneradores
del sistema, etc. Particularmente curioso
es la posibilidad de utilizar una bacteria, la bacilus Pasteirii, para la obtención de
arena pétrea, como piedra caliza, al ser mezclada con urea. Esta acción dura
pocos minutos y la arena se vuelve piedra caliza, de mayor dureza y resistencia
a los elementos, que podría servir para muros de contención, fachadas de
vivienda, refugios soterrados, etc. También podría servir para hacer pequeños
embalses, o para canalizar aguas de escorrentía hacia pequeñas represas o
tanques enterrados, donde desagotaría toda el agua para su uso posterior.
En muchas
ocasiones se enfrentan con mentalidades férreas , sumidas en creencias de siglos pasados, que no quieren oír hablar de inventos o cambios en sus esquemas de
vida, temerosos de perder o el poder local que ostentan, o el sistema precario
pero continuo de vida que cotidianamente obtienen merced a grandes esfuerzos.
Sobre todo,
en este tipo de intervenciones, sería
fundamental para quienes pretender realizar un nuevo diseño , experimento o modernización, empezar por iniciar algún tipo de contención del serio y continuado avance de regiones desérticas, teniendo en
cuenta que asimismo amplias regiones europeas (caso provincia de Almería en
España, por ejemplo), están cediendo a pasos agigantados terrenos al desierto sin
realizar planes de contención que puedan frenarlo . Entre el norte de Africa y el sur de Europa, se
van perdiendo anualmente unas 100.000 hectáreas de suelo fértil.
"La pobreza, el uso insostenible de la tierra y el cambio climático
están convirtiendo las tierras áridas en desiertos. La desertificación, a su
vez, conduce a la pobreza o la exacerba", dijo hace unos años Koffi Annan,
secretario general de la ONU, durante un mensaje en el año 2006. "La
degradación de las tierras áridas y la competición por unos recursos cada vez
más escasos puede llevar a comunidades al conflicto", agregó entonces.
Sin embargo, siete años después, los líderes mundiales siguen haciendo
oídos sordos a la necesidad de realizar planes que permitan, al menos, frenar
el avance del desierto o trazar barreras que permitan la reutilización de estas
tierras, con regadíos alternativos y sistemáticos.
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