lunes, 15 de mayo de 2017

Incendos buenos y malos...


Incendios buenos, incendios malos






No todos los incendios son malos. Generalmente, desde tiempo inmemorial, los agricultores utilizan el fuego para quemar ramas, residuos, árboles o sotobosque viejo, limpieza de vegas o campos, etc.
De modo que la utilización del fuego controlado es una técnica muy antigua y que se continúa realizando. Todo el mundo sabe que en algunas situaciones, tanto los campos como los bosques necesitan de un control para continuar reproduciéndose ...como el hombre desea.

Pero ese mismo hombre fue el que vio que de los fuegos accidentales retornaba nuevamente la Naturaleza a repoblar los lugares, quitando hierba no deseada, eliminando la parte baja de los bosques, de los lugares junto al agua, en praderas necesarias, y lo conseguía mediante este tipo de acción.
Cuando el fuego avanza y la vida peligra
El problema se hace grande por fuegos incontrolados, muchas veces producto del ser humano, por accidente, inconsciencia, piromanía, por situaciones que se escapan de las manos, acción del viento, y otros accidentes meteorológicos como rayos, descargas de tormenta, combustión espontánea y otros, (que incluyen hasta rayos globulares y fenómenos similares).

Allí hay que frenar la acción como sea. Todos conocemos las consecuencias de un incendio incontrolado con situaciones meteorológicas adversas ( fuerza del viento, sequía prolongada, calor intenso), la labor inmensa que realizan las fuerzas vivas para eliminar, controlar y finalmente apagar el fuego, y el consiguiente precio muy costoso, incluso en vidas, que muchas veces trae consigo.

NO HAY QUE SER DEMASIADO CUIDADOSO

Viene a cuento aquí un incidente ocurrido en el verano de 2016 en la isla de Mallorca.
Un ciudadano inglés, consciente de su responsabilidad, quemó el papel con el que se había limpiado sus partes después de haber defecado convenientemente en el bosque. Acción normal, de gente que ama la Naturaleza. Podría haberlo enterrado junto a sus heces, y no habría pasado nada. Pero era un ciudadano consciente de no dejar objetos abandonados en el bosque.

Ese ciudadano se pasó de la raya.

No tuvo en cuenta el viento que hacía en esos momentos, y el papel encendido, y la situación, se le fue de las manos. Consecuencia : más de l.000 hectáreas quemadas, un incendio que duró varios días y muy difícil de controlar...aunque al final acabó siendo dominado.
No sé muy bien si le encontraron, si se entregó a la policía todo compungido, pero el caso es que fue juzgado por imprudencia, y le cayeron, según entiendo, un par de años de cárcel y la consiguiente multa.
Fue un accidente, lo comprendo muy bien, pero las mil y poco de hectáreas de bosque ahora están recién intentando recobrarse del furioso incendio que calcinó sus árboles.
Hay que ser muy cuidadoso con la Naturaleza, pero todo tiene sus límites.

Un bosque tras un incendio
UTILIZANDO LOS INCENDIOS

Si bien los fuegos incontrolados, los grandes incendios que arrasan miles de hectáreas en todo el mundo, favorecidos por los fuertes fenómenos climáticos desordenados a causa de la mala utilización por parte del hombre y su progresivo deterioro medioambiental, tienen otro tipo de manejo en cuanto a reforestación, muchos incendios más o menos controlados pueden servir para cambiar la biodiversidad de la flora y fauna del lugar, que de otro modo quizás no existiera.

Eso se desprende de un trabajo realizado por los autores Lluís Broton, investigador del CSIC en el CREAF y el CTFC (España), y Luke T. Kelly, investigador de la Universidad de Melbourne en el CREAF y el CTFC, en una publicación reciente.
Se toman en cuenta tres factores como material de estudio : el ciclo de vida de la vegetación que quemará, cómo afecta el cambio climático en esa zona concreta y qué efecto tienen los fuegos conducidos directamente o indirectamente por humanos.

"Todo parece indicar que los hábitats más heterogéneos favorecen la coexistencia de un mayor número de especies. Los fuegos potencian esta heterogeneidad, pero no quiere decir que haya siempre una relación directa entre más incendios y más biodiversidad", aclara Brotons. Y advierte que "hay que conocer las características de cada zona. Por ejemplo, si un pinar de pino carrasco y de pino silvestre convive con fuegos demasiado frecuentes, acabará desapareciendo, así como una parte importante de su fauna y flora asociada, porque los nuevos pinos no tienen tiempo para madurar y reproducirse".
Esta publicación, aparecida en la revista “Science”, indica que el aprovechamiento posterior a un incendio es factible, dependiendo de lo devastador que fue el incendio. Incluso se comenta que el nuevo hábitat puede incluir nuevas especies que antes no existían. Según el estudio, se podría incluir este tipo de estadísticas para conocer mejor la biodiversidad posterior a un incendio, aplicar nuevos baremos a los bancos de datos existentes, y reforzar la utilización de medios y conocimientos para reforestar lugares dañados.


SEMILLAS DESDE AVIONES


Desde hace algún tiempo se muestran imágenes en las redes sociales, sobre un curioso y al parecer muy valioso accionar del gobierno tailandés para reforestar áreas calcinadas por el fuego con mayor rapidez y efectividad.
Avión lanzando semillas
Se utilizan para ello las bolas de arcillas del maestro japonés Fukuoka, quien fue el primero en promover este tipo de plantación, aunque él lo realizara dentro de un hábitat más pequeño, quizás el del naranjal de sus padres en Japón.

Consiste en una bola de arcilla, preparada previamente con nutrientes, semillas de plantas de rápido crecimiento y finalmente, insertada en su interior, la semilla del árbol principal, que de hecho es normalmente algún tipo de planta autóctona que existía previamente al incendio, otros árboles que no precisan de riego continuado, generalmente de zonas desérticas o semi desérticas. Se cierra la bolita de arcilla, que cabrá holgadamente en una mano, y ya está lista para reverdecer.
Este sistema se ha venido usando manualmente, pero Thailandia ha optado por un medio más innovador: lanzar miles de bolas de arcilla desde un avión, que puede “sembrar” de esa manera, unas 60,000 bolas por hora.

Tengo una duda sobre este procedimiento, y es saber si las bolas resistirán el impacto contra el suelo. Si así fuera, algo que seguramente ha sido previsto, la bola esperará en su nuevo sitio hasta que caigan las primeras lluvias. En ese momento, las semillas germinarán: primero las plantitas auxiliares, que formarán una especie de cerco verde a la semilla principal, que germinará normalmente días después.

De esta manera se pueden reforestar de manera muy rápida cientos y
quizás miles de hectáreas, que de otra forma, debido a las anfractuosidades del terreno, muchas veces en montañas, lugares aislados, barrancos, zonas de grandes desniveles o de terrenos peligrosos, como pedreras o cañadones arcillosos o pedregosos, de esta forma, digo, será mucho más fácil, rápido, eficaz...e incluso más barato al no necesitar de mano de obra humana para su implantación.

EUROPA Y EE.UU. PREVÉN MAS INCENDIOS

Germinando la semilla en la arcilla
Un equipo de científicos internacionales acaba de publicar recientemente un estudio demostrando que el aumento de la temperatura de tan sólo medio grado , como ocuurrió en el medioevo, hace unos mil años, provocó que la frecuencia de incendios naturales en bosques de las Montañas Rocosas, en el oeste de Estados unidos, aumentara de tal forma que ardió más de un ochenta por cientos de los arboles existentes.
Esto implica que las temperaturas en lo que se llamó Período Cálido Medieval, se equipararon a las alcanzadas en las últimas décadas, lo cual indica la probabilidad cierta de mayores incendios, lo cual, “podría ser aplicado a otras regiones del mundo como la nuestra”, según uno de los firmantes, Gonzalo Jimenez Moreno, investigador de Esratigrafía y Paleontología de la Universidad de Granada, en España.
Para conocer la antigua situación medieval, los investigadores examinaron partículas de carbón microscópico existente en sedimentos de lagos y zonas húmedas similares. Cuando se produce un incendio, se emiten muchos carbones en forma de humo a la atmósfera, y estas partículas caen y se depositan en las cuencas sedimentarias en un radio de unos kilómetros alrededor del foco del incendio", subraya Jiménez Moreno. Al estudiar la cantidad de carbones por centímetro cúbico de sedimentos, "vemos que había épocas en las que los incendios eran muy abundantes y otras no tanto", añade.

De esta forma, "hemos podido comprobar que, efectivamente, la cantidad de incendios naturales aumenta cuando suben las temperaturas, algo que ocurrió durante el Periodo Cálido Medieval y que está ocurriendo también en la actualidad", destaca el científico de la UGR. Si bien el estudio se centraliza en la región de las Montañas Rocosas, los científicos indican que se puede extrapolar fácilmente a otras zonas del planeta, como Europa, donde el incremento de la temperatura ha experimentado un acusado aumento en las últimas décadas.
Y ADEMÁS...RADIACTIVIDAD

Después del desastre nuclear de Chernóby
l, en Ucrania, ocurrido en el año 1986, se produjeron cantidad de incendios forestales que arrojaron a la atmósfera humo y residuos contaminados con material radiactivo procedente de las inmediaciones de la central nuclear citada.

La planta nuclear de Chernobyl, tras la explosión
El equipo internacional del biólogo Timothy Mousseau, de la Universidad de Carolina del Sur en la ciudad estadounidense de Columbia, utilizó imágenes de satélite de incendios en los años 2000, y mediciones de campo de los niveles de radioisótopos, para modelar cambios en la distribución de la radiación sobre la región. Los investigadores encontraron que los incendios probablemente propagaron radiación a lo largo de buena parte de Europa del Este, con Ucrania, Bielorrusia y Rusia recibiendo las dosis más altas. Trazas de cesio-137 radiactivo pudieron incluso viajar hasta Turquía, Italia y Escandinavia.
Una nueva investigación, más reciente, indica que la situación climática en las inmediaciones de Chernóbyl, ha cambiado notablemente, al haber no solamente menos vida de tipo pluricelular, sino que incluso la actividad microbiana es menor.
Por ello, el tiempo de descomposición de hojas, hojarasca y ramas muertas de regiones forestales, ve limitada y ralentizada su acción transformadora.
Como consecuencia, se acumula una mayor cantidad de estos restos forestales, lo cual implica una mayor posibilidad de incendios, dado que Europa del Este da síntomas inequívocos de cambio climático hacia uno más cálido y seco.
De manera que esta posibilidad hace factible no solamente que puedan existir mayores incendios forestales en dichos países, sino que las partículas radiactivas, especialmente Cesio 137 radiactivo puedan volver a internarse en el resto de Europa.
Hasta el momento, se calcula que un cuarenta por ciento de la superficie europea fue contaminada con material radiactivo a partir de Chernóbil, sobre todo lugares cercanos como Bielorrusia, Ucrania misma y otros países del Este, aunque Austria y Reino Unido fueron también muy perjudicados.





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