Este es el pequeño artículo aparecido en un períodico isleño |
Las
praderas sumergidas de la posidonia, un tipo de planta marina , (que no un alga como generalmente se cree) , cubre
buena parte del litoral y sirve además de medio, de hábitat natural para la repoblación de numerosas especies
marinas, de barómetro sensible ante la invasión de productos manufacturados por
el hombre, y asimismo una parte esencial para la vida marina. Puede ser también, como indicamos más abajo, el
espécimen más grande y más viejo de nuestro planeta.
Es vital su
presencia, tanto a nivel de regeneración, animal o forestal, como para
conseguir que el ser humano pueda proseguir adecuadamente con una extracción
pesquera a nivel deportivo, artesanal o profesional. Sin este tipo de praderas
submarinas, la cría de futuros peces, crustáceos, moluscos o plancton, se vería
seriamente amenazado, y mermaría en un alto porcentaje la fauna marina
existente.
No
solamente es necesario a nivel de comercialización, como la pesca, sino que es
absolutamente imprescindible a efectos de una continuidad a nivel de futura
existencia vital en los océanos de todo el mundo.
Dicho lo
cual, pasamos a la noticia que motiva este artículo. Aparecido en un periódico
de Palma de Mallorca, España, la semana pasada, la pequeña noticia a una
columna permite especular sobre cómo debe gastarse el dinero público
libremente, en cosas que ya han sido investigadas. Es más, quizás por las
mismas entidades.
Una pradera de posidonia regenerada |
Se indica a
través de la misma, que se investigará, a través de un acuerdo firmado por el Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC) y la Red Eléctrica Española, “…para estudiar el uso de
semillas u fragmentos de posidonia oceánica en la recuperación de fondos
marinos”. El estudio, que lo llevará a cabo el propio CSIC a través de una
entidad con sede en Valencia, España, tendrá un coste de 206.000 euros.
Se los
podrían haber ahorrado, ya que la organización Océana, y la Fundación Banco
Santander, realizaron ese estudio hace
pocos años, y sus conclusiones están suficientemente detalladas en este enlace
:
El
documento final, de 50 páginas, fue realizado en el año 2009, y dispone
asimismo de una edición en papel, que costará seguramente mucho menos que lo
que se embolsará el CSIC con conclusiones similares dentro de, digamos, un año
como máximo.
Es más:
este Manual, realizado como decimos por la organización denominada Océana, ha
recabado la suficiente información a nivel internacional de instituciones de
gran prestigio, como Greenpeace, la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de
Andalucía, Bioscience,
El
Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino de España, el Centro de
Oceanografía de Marsella, Francia, el WWF, el Instituto Canario de Ciencias
Marinas o Ecologistas en acción entre otros.
IMEDEA,toda una institución en el campo de la
investigación marina, también ha hecho un estudio similar, e incluso ha
realizado siembras en determinados lugares del Mediterráneo, durante el pasado
verano de 2013, como parte de un programa denominado “Uso de semillas y
fragmentación de posidonia oceánica para su recuperación en zonas afectadas por
la actividad de REE”. También existe una publicación, Plos One, con un artículo
muy completo, de ocho páginas, denominado “Effects of Posidonia Oceanica
Beach-Cast on Germination, Growth and Nutrient Uptake of Coastal Dune Plants “.
Existe mucho material similar publicado, por
lo cual no se comprende la utilización de nuevos recursos públicos para volver
a realizar algo que ya se ha puesto en funcionamiento, que cuenta con diversas
conclusiones de calado, y que ha sido efectuado por gente experta, dedicada
exactamente a la tarea mencionada.
Por otra
parte, El Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, entidad valenciana
dependiente del CSIC y futura autora del proyecto, ya debe conocer el fracaso
que cierto tipo de manipulación de las praderas submarinas logran cuando son movidas solamente por motivaciones
políticas, enchufistas o sin autoridad .
Así se crea una playa: chupando la arena ( y todo lo demás) del fondo |
Hace unos
años, en aguas de la Comunidad Valenciana, se realizó un proyecto portuario,
que obligaría a dragar y acentuar el calado del lugar donde se pensaba realizar
una ampliación. Existía un problema : el fondo era una gigantesca pradera
marina cubierta de posidonia. Como medida compensatoria, el grupo que
realizaría la ampliación propuso y ejecutó, el trasplanta total de la pradera a
otro lugar cercano. Consecuencia: todas las plantas murieron, se paralizó el
proyecto por la protesta generalizada, y el tema fue a parar a los tribunales. Otro
caso similar que también ha acabado ante la justicia, ha sido la ampliación de
un gran puerto industrial en las Islas Canarias, que ha sido paralizado hasta
tanto se dirima la cuestión.
Es que al
parecer, las actuaciones a gran escala son inviables actualmente. Por ello sí
es posible la repoblación, tanto a nivel de trasplante de la planta viva, como
de semillas, pero en pequeña escala, como se ha reflejado en muchas
publicaciones.
Finalmente
decir que el CSIC es una entidad de mucho prestigio por sus trabajos
anteriores, algunos reconocidos a nivel mundial. En el libro de Récords de
Guinnes, sin duda se encontrará el hallazgo por parte del CSIC del “Ser más
grande y longevo de la Tierra”, una planta de posidonia ubicada entre las islas
de Formentera e Ibiza, (Baleares, España), que podría tener una vida estimada
en unos 100.000 años, y con una extensión de 8 kilómetros de extensión.
Descarte de pesca de un arrastrero profesional |
Por ello,
estaría mejor empleado ese dinero si se utilizara para algo que no se hace,
como dar conocimiento público, vigilar y crear nuevas normas que impidan o al
menos aminoren el impacto creado, como sería la limitación o (utopía plena), la
eliminación de la pesca de arrastre, que se lleva por delante todo el
ecosistema para cargar unas redes y luego devolver al mar, muerto y sin
posibilidad de rehabilitación, el material sobrante, que suele representar
hasta un 80 por ciento de la captura. También, la construcción de puertos
comerciales sin estudios previos (Caso El Molinar, en Palma de Mallorca),
diques de abrigo, playas artificiales, emisarios submarinos, vertidos de sales
de las depuradoras, y un largo etcétera de actuaciones que van degradando la
biodiversidad marina por la acción del hombre, a la que hay que agregar otras
naturales, como los temporales de invierno, la acción de las corrientes, la
actividad sísmica submarina, etc.
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