jueves, 20 de febrero de 2014

Cosechando hortalizas en el desierto






Central eléctrica, invernadero y arbolado en Qatar.
Siempre se ha dicho que existe una enorme extensión de tierra desaprovechada en nuestro mundo, debido a que las temperaturas extremas que pueden alcanzar los cincuenta grados centígrados a pleno sol, hacen casi inviable que el ser humano habite en ella . Se trata de las regiones desérticas, algunas de las cuales, merced a la inventiva, a la tecnología y a ciertos experimentos previos, ha comenzado a cambiar.

Hoy queremos comentar el caso de un proyecto  que se está desarrollando en algunas regiones del vecino desierto del Sahara, específicamente en puntos de Jordania y Qatar.
El proceso se inició merced a la idea sinergética de un grupo de investigadores noruegos, que planearon paso a paso el desarrollo de varias actividades ligadas, para acabar recolectando hortalizas, forraje y verduras entre otras cosas.

Labores de construcción en las cercanías de Dohia, Qatar.
La idea partió de una entidad sin ánimo de lucro noruega, denominada Sahara Forest Proyect. Este proyecto, se iniciaba con  una planta de energía solar concentrada. El calor acumulado se aprovecha en forma de vapor, que a su vez, mediante turbinas y generadores diseñados para tal fin, acumulan electricidad. Una vez con energía eléctrica propia en el lugar deseado, se accionará una o varias bombas, que extraen y aprovechan el agua de mar, para enfriar unos invernaderos colosales construidos muy cerca.
En estos invernaderos, adecuados para tormentas, calores insoportables y temperaturas extremas ascendentes y descendentes, el agua dulce que se obtiene se reutiliza para el riego de plantas . Estas, en el exterior, filtran el sobrante y lo mantienen en el sitio, para generar humedad, y mediante la propia acción del viento, lograr un ambiente adecuado para la plantación circundante.
Finalmente, el proceso aprovecha de  nuevo el agua, en este caso el agua salada sobrante, APRA cultivar cierto tipo de algas que a su vez, generarán bioenergía, cerrando el ciclo. Este último paso está aún en fase experimental, pero los resultados obtenidos aseguran que hay excelentes resultados.
El remanente salino que no puede ser reutilizado,  termina en unas salinas donde se extraen sus componentes – cloruro de sodio, yeso, carbonato de calcio, etc-, que se van acumulando y clasificando y posteriormente son comercializados.

Esta  especie de película de ciencia ficción se está desarrollando actualmente en una región de los Emiratos Árabes, en concreto en Qatar, donde la producción está cumpliendo con creces las expectativas. Se producen verduras y hortalizas a un ritmo de 75 kilogramos por metro cuadrado, repartidos en tres cosechas anuales, aún así durante los mayores calores del verano, que suben hasta los 50ª. En invierno, pueden haber unos 22ª aproximadamente.
En Qatar han existido dos patrocinadores relacionados con los fertilizantes, cómo no: el grupo Yara International, principal suministrador mundial de fertilizantes, y  Qafco, uno de los más grandes productores de urea y de amoníaco, que se utilizan en agricultura. Estas entidades, asociadas con la ONG ecologista Fundación Bellona, con sede en Oslo, que es la propiciadora a través de l científico Bill Watts , el inventor Charlie Patton y  el arquitecto Michael Pawlyn, que diseñó entre otras cosas la gran central eléctrica circular de paneles solares que se utiliza  para desalinizar el agua creando electricidad en ese proyecto de  la ciudad de Doha, Qatar.

Visto lo acertado de este plan, se acaba de instalar en un terreno de 20 hectáreas junto a la población de Aqaba, en Jordania, una versión semejante, pero aún mayor al proyecto piloto realizado en Qatar, debido sobre a la posibilidad de una explotación comercial probable en el futuro.
Maqueta del prototipo  en Jordania
Y se prevé versiones más modestas en otros lugares desérticos de Jordania que,  siempre subvencionados por gobiernos locales  jordanos y el gobierno de  Noruega, podrían desarrollar núcleos más pequeños pero efectivos, para comenzar a transformar parte de esa región desértica en vergeles.
 Asimismo, pensar que una vez determinada la viabilidad del proyecto, se podrían realizar otro tipo de plantaciones, como arbolado, sembradíos de flores, y algunas variedades forestales que actualmente están prosperando junto a los proyectos pilotos, resistentes a  regiones semidesérticas, que ya se van utilizando para repoblar la foresta y frenar el avance del desierto.

Uno de los visionarios del proyecto, el inventor Charlie Patton, se muestra eufórico con el mismo , y al parecer, no es para menos.  La construcción de este sistema de producción de agua dulce y electricidad , que él ha probado extensamente en un sistema comercializado para riego , (un invernadero de agua marina), hace que el consumo de energía se reduzca  notablemente en comparación con los invernaderos ya conocidos o las grandes plantas desalinizadoras

 “ El trabajo de enfriamiento y destilación es llevado a cabo por la acción del sol y el viento», asegura Charlie Patton. «Bajo mi punto de vista, ésta es la mejor solución a largo plazo para crear nuevas zonas de vegetación al tiempo que se obtienen grandes cantidades de energía, y habría sido la herramienta más adecuada en el caso de Almería, (España),  que cuenta con más de 20.000 hectáreas de invernaderos que consumen cinco veces más agua de la que la región obtiene en forma de lluvia».

Hay que considerar, finalmente, aparte de ese posible ahorro energético, que la superficie del propio desierto sahariano podría producir suficiente electricidad solar, con las adecuadas instalaciones, para iluminar a todo el planeta.







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